Modelatge treure cargols Info@pulpopadel.com Olga Friends outlook 1 any 50% 6 mesos 40% 3mesos 35% 6 mesos intercalats 30% 230x60 200x70 La guía definitiva de la “Hi-Res” en FLAC de 24 bits | Masimo Spain

Cuando apareció en el mercado hace ya más de 30 años, el CD era revolucionario: se acabaron el ruido de superficie de los LP’s, los molestos chisporroteos causados por rasguños invisibles y la necesidad de manipular los discos con guantes, todo ello rematado por el acceso instantáneo a cualquier pista de un álbum mediante la simple pulsación de un botón. Las listas de reproducción de CD’s podían programarse, las canciones favoritas repetirse y las prescindibles evitarse, a la vez que con el paso del tiempo se añadirían características como la información, vía CD Text, sobre el álbum, el título de la pista/canción y el nombre del artista.

Por todo ello, el CD supuso un salto adelante en facilidad de uso, utilizando tecnología que era el no va más en su momento. 30 años después, lo podemos hacer mucho mejor en todos los sentidos.

El audio digital codifica la forma de onda musical analógica utilizando un sistema llamado Pulse Code Modulation (PCM) o Modulación por Impulsos Codificados. Con el PCM, los dos factores básicos que definen la calidad del sonido son los bits de cuantificación o “bit depth” (que determina la calidad con la que la señal analógica es digitalizada) y la frecuencia de muestreo (que es el número de veces por segundo –“muestras”- que la señal analógica es digitalizada), siendo el CD un sistema que trabaja con 16 bits y 44’1 kHz. Lo que se necesita para mejorar la concordancia entre la señal analógica original y la versión digitalizada de la misma es una combinación de más bits en cada muestra y más muestras para cada segundo de música: cuantos más bits utilicemos, más natural sonará la música y cuantas más muestras tengamos por unidad de tiempo, mayor será la extensión de la curva de respuesta en frecuencia.

Es posible que el sistema digital de 16 bits y 44’1 kHz del CD fuese el no va más, el “estado del arte”, en 1982, pero no tardó mucho tiempo en llegar a su fecha de caducidad. De hecho, algunos afirman que sólo era el mínimo exigible para la reproducción sonora de alta calidad: Malcom Hawksford, Profesor de Psicoacústica de la Universidad de Essex, considera que “Estaba cerca del límite, pero desde mi punto de vista probablemente un poco marginal. Idealmente, una resolución de por lo menos 20 bits y una frecuencia de muestreo de 60 kHz habrían sido mejores.

No obstante, 16 bits/44’1kHz es lo que teníamos en 1982 y lo que el CD sigue utilizando más de tres décadas después: hemos estado atrapados en una tecnología “casi lo suficientemente buena” 35 años después de aquella época, un poco como si cualquier desarrollo encaminado a mejorarla se hubiera detenido desde entonces.

Si, ha habido varios intentos para sustituir el CD por algo mejor. A mediados/finales de la década de los 90’aparecieron no uno sino dos formatos de audio “de alta resolución”, iniciándose una batalla entre el DVD-Audio y el Super Audio CD (o SACD) de Sony/Philips, ofreciendo el primero calidad sonora de 24 bits para una mayor resolución, una dinámica mejorada y una distorsión sustancialmente reducida, mientras que el sistema de codificación digital “Direct Stream Digital” (DSD) del segundo utilizaba una frecuencia de muestreo de 2’8224 MHz –es decir 64 veces la del CD- y cuantificación con un único bit.

Los nuevos formatos también ofrecieron la posibilidad de sonido envolvente multicanal, así como una mayor seguridad y protección anticopia, algo que se sugirió como bueno para los consumidores y que por descontado lo era para la industria discográfica. No obstante, había un problema o dos…

 

Los discos DVD-A necesitaban un reproductor especial –no un mero lector de DVD-Vídeo estándar- que tardó su tiempo en llegar, a la vez que el sector de la venta de música no estaba particularmente entusiasmado con la idea de almacenar títulos en múltiples formatos y de tener que vérselas con un montón de consumidores comprando un disco DVD-A por error y descubrir que no lo podían leer con su reproductor de CD.

El SACD ofreció una respuesta a esta cuestión: sus discos multicapa permitían la compatibilidad con los reproductores de CD, que los identificaban como CD’s estándar. Sólo cuando eran usados con un reproductor de SACD se “desbloqueaba” la resolución ofrecida por el nuevo formato. Esto significa que las tiendas de discos podían vender un único disco para compradores de SACD y CD, pero en ese caso la promoción del SACD como soporte “premium” hubiera comportado incrementar el precio de los CD justo en una época en la que los descuentos en el ámbito de la música grabada empezaban a pegar fuerte.

Lo que, por desgracia, sí causó una gran impresión en el mercado fueron los formatos de audio comprimido, en especial el MP3: originalmente utilizado para permitir el almacenamiento de cantidades sensibles de música en reproductores de audio portátiles con una capacidad de almacenamiento limitada, el MP3 puede reducir en alrededor del 80% el tamaño de un archivo de música suprimiendo la mayor parte del sonido que el usuario no puede oír, como por ejemplo sonidos de baja intensidad enmascarados por otros más intensos. Desafortunadamente, en el proceso también se suprime una buena parte de la calidad sonora, y aunque es posible que las pérdidas no sean evidentes con equipos de baja calidad o cuando la escucha se lleva a cabo en ambientes ruidosos –con auriculares estando en la calle o en un transporte público, por ejemplo, o en los sistemas de audio incorporados de serie en muchos automóviles-, en el momento en que pasamos a equipos de audio de nivel superior es extremamente fácil darse cuenta de la pérdida que se produce en términos de calidad.

 

 

En el gráfico se aprecia el espectrograma de una misma grabación, una en formato CD y la otra en formato comprimido mp3. Puede apreciarse claramente que hay mucha menos información de altas frecuencias.

 

La buena noticia es que, a pesar de su mediocre sonido, el MP3 abrió nuevos canales para acceder a la música mediante descargas online. Con todos esos canales abiertos, el “Free Losless Audio Codec” –o FLAC– hace ahora posible descargar música con calidad CD o superior, así como almacenar todos nuestros CD’s en un ordenador o una unidad de almacenamiento ahorrando a la vez hasta un 50% del tamaño del archivo original sin ninguna pérdida de calidad.

La clave reside en el término Lossless (“Sin Pérdidas”): el FLAC “empaqueta” música sin perder nada de su contenido o calidad, de tal modo que cuando es “descomprimido” el pertinente archivo es exactamente idéntico al original. Y aunque hay en el mercado varios sistemas sin pérdidas que compiten con él –desde el Apple Lossless (ALAC) hasta el Windows Media Audio Lossless (WMA Lossless)- el FLAC es el preferido por muchos entusiastas de la escucha de música en Alta Fidelidad sencillamente porque no está atado a ningún fabricante en concreto.

Además, el FLAC puede hacer mucho más que reducir el tamaño de archivos con calidad CD: también puede utilizar cuantificación de 24 o incluso más bits, tal y como explica Albert Yong, de Bowers & Wilkins: “El sistema es tan flexible que admite cualquier cuantificación entre 4 y 32 bits y frecuencias de hasta 655.350 Hz en pasos de 1 Hz.

Introducido originariamente en el año 2001, el FLAC está abriendo las puertas a todo un mundo de audio High End en alta resolución completamente nuevo para los entusiastas de la música: el audio digital con cuantificación a 24 bits tiene una resolución teórica de 144 dB (comparada con los aproximadamente 96 dB permitidos por los 16 bits del CD), cifra más que suficiente dado que el umbral de dolor del oído humano se sitúa en 130 dB. Esto significa que usted puede acercarse más que nunca a la grabación maestra utilizada en el estudio, así como acceder a toda la información posibilitada por las superiores velocidades de transferencia binaria de los citados archivos de alta resolución. Albert Yong afirma al respecto que “La diferencia está en los detalles. En general, los sonidos son más abiertos y hay un nivel de aireación extra en la música. El sonido de voces e instrumentos se acerca más al de un concierto en directo, a la vez que su dinámica es superior.”

Mientras que usted puede utilizar software informático para copiar rápidamente –“ripear”- sus CD’s en FLAC, hay también un número creciente de sitios web –Tidal, Qobuz, etc – que ofrecen descargas con calidad CD y superior. Hoy en día la descarga de archivos FLAC es algo tan sencillo como descargar un archivo zip para seguidamente descomprimirlo en una carpeta de su ordenador o dispositivo de almacenamiento externo y a continuación reproducir su música favorita con ayuda del software de reproducción –reproductor multimedia- elegido por usted.

Si tiene en mente construir una biblioteca FLAC con su colección de CD’s ya existente, entonces un buen punto de partida para el ripeado de esta última son los programas Exact Audio Copy o dBpowerAMP. En ambos casos se trata de “apps” gratuitas para Windows unánimemente consideradas como las que suenan mejor a la vez que generalmente libres de errores. Los usuarios de Mac pueden probar con Max, MacFlac o X Lossless Decoder.

Para reproducir la música, se dispone ahora mismo de un extenso repertorio de reproductores multimedia, aunque al utilizar usted archivos FLAC se dará cuenta de que ni iTunes ni Windows Media Player los manejarán directamente, por lo que deberá utilizar una modificación de los programas mencionados o convertir los archivos para poder reproducirlos. Fluke, por ejemplo, es un software gratuito que funciona como “plug in” para iTunes (plataforma Mac), aunque puede causar problemas.

Se dispone de varios programas para convertir archivos a PCM o incluso Apple Lossless, caso del Max para Mac OS X, pero probablemente la mejor opción es utilizar un reproductor multimedia diferente que nos permita reproducir todos los archivos en su formato nativo.

En el ámbito de los sistemas Windows, Winamp puede reproducir una extensa variedad de formatos engañosos o incluso grabar archivos de 16 bits en CD’s mientras que otros reproductores multimedia recomendables entre los que figuran Foobar2000, Media Monkey, Vox y Nightingale -este último una versión “escíncida” del difunto Songbird– poseen una interfaz muy similar a iTunes y son capaces de reproducir prácticamente cualquier archivo que se les ponga por delante.

Una de las mejores opciones es RoonLabs. Es una aplicación de pago que permite gestionar toda la biblioteca multimedia y acepta prácticamente todos los formatos hasta 32 bits. Además integra servicios de streaming para Tidal y Qobuz. Ademas permite la distribución de diferentes contenidos en formato inalámbrico a diferentes zonas (hasta 6).

Esta amplia variedad de programas funcionan como sistema de reproducción, pero, a menos que usted se dé por satisfecho escuchando música con los altavoces de su ordenador o unos auriculares conectados al mismo, necesitará un medio para conectarlo a su equipo de sonido con el fin de poder escuchar su flamante colección de música en alta resolución. Varias son las opciones disponibles, que comentamos a continuación.

  • La manera más sencilla de hacer esto es utilizar una salida de línea analógica desde la tarjeta de sonido de su ordenador. Es como tener una toma estereofónica para mini-clavija de 3’5 mm, por lo que usted necesitará un cable con dicha clavija en uno de sus extremos y un par de conectores RCA en el otro para realizar una conexión a una entrada de línea libre de su amplificador (aunque hay amplificadores y equipos que incluyen una entrada para clavija de 3’5 mm en su panel frontal justo para este propósito). Este método proporcionará un sonido de calidad razonable, en particular si usted dispone de una buena tarjeta de sonido, pero no es ideal ya que los ordenadores son ambientes “ruidosos” a nivel eléctrico, por lo que, si es posible, lo mejor es llevar la señal fuera del PC o Mac.
  • En la actualidad se dispone de una extensa gama de DAC’s USB (o USB-DAC’s) para conectar directamente en su ordenador y suministrar una salida analógica. Algunos incorporan un salida de línea para facilitar la conexión a un sistema de Alta Fidelidad, mientras que otros permiten la conexión de auriculares para configurar un sistema de alta resolución verdaderamente portátil, a la vez que ahora mismo hay en el mercado una extensa gama de DAC’s –que estrictamente habría que traducir como procesadores digitales de audio- e incluso amplificadores equipados con entradas USB. Los precios parten de unos 100 euros, siendo asimismo perfectamente posible gastar varias veces esa cantidad en un DAC o un amplificador de auriculares diseñado para reproducir música en alta resolución.

La mayor parte de estos DAC’s son alimentados desde el ordenador y utilizan una conexión USB asíncrona, lo que significa que será el reloj –en principio de alta calidad- incorporado en los mismos el que controlará el tren de datos digitales procedente de aquél. Esto permite disponer de un sonido más controlado y suave comparado con el de la conexión USB síncrona estándar al reducirse el nivel de “jitter”.

  • Existe también una pequeña selección de reproductores personales capaces de reproducir archivos FLAC (entre otros formatos) de alta resolución para el caso de que usted desee llevarse consigo su biblioteca de músicas en sus viajes. El precio del más asequible de dichos reproductores es de unos 200 euros.
  • El “streaming” inalámbrico y desde redes abre una flexibilidad mucho mayor, a la vez que permite reproducir música directamente desde Internet o una unidad remota sin la necesidad de tener que estar todo el tiempo delante de nuestro ordenador. En este caso, usted puede copiar la totalidad de su biblioteca en un dispositivo NAS (“Network-Attached Storage” o Unidad de Almacenamiento Conectada a la Red), que en esencia es un disco duro diseñado para conectar a su red por cable o inalámbrica al que se puede acceder desde múltiples reproductores (que pueden ser tanto sistemas independientes como reproductores de música en red concebidos para conectarse a un equipo de Alta Fidelidad) de su red doméstica.

Pueden utilizarse varios reproductores a la vez, con cada uno de ellos reproduciendo música diferente si así se desea: si usted quiere una solución para distribuir música por toda su casa, la conexión en red –“networking”- es definitivamente la vía a seguir. Los precios para dispositivos NAS parten de algo menos de 200 euros para una única unidad, mientras que en el caso de los reproductores de música en red se sitúan ligeramente por debajo de 400 euros. Y la oferta continúa creciendo a medida que el FLAC se va consolidando.

En cualquier caso, sea cual sea la solución que usted elija el sonido que conseguirá sólo será bueno en la medida que lo sea la calidad de los archivos que vaya a reproducir, y este es el motivo por el que en Bowers & Wilkins, con más de 50 años de experiencia en la fabricación de cajas acústicas de la máxima calidad, nos tomamos el FLAC muy en serio. No sólo es cómodo, con sus tiempos de descarga más cortos y con un etiquetado de contenidos casi a prueba de bomba, sino que también puede mejorar a medida que lo hacen los formatos de alta resolución: hay un sello discográfico –el noruego 2L– que ofrece archivos FLAC de 32 bits/352’8 kHz obtenidos a partir de sus grabaciones master en DXD (“Digital eXtreme Definition”, un formato de audio digital desarrollado inicialmente para editar grabaciones en DSD) originales.

Albert Yong, de Bowers & Wilkins, afirma: “El FLAC es ahora mismo todo lo bueno que puede ser. Creo que lo que aporta no se limita sólo a la calidad sonora, sino también a la comodidad extra.”

Y mientras que hubo un tiempo en el que la disponibilidad la música de alta calidad en FLAC de alta resolución era limitada, ahora son cada vez más las personas conscientes de lo que el sonido de alta resolución puede aportar a su experiencia de escucha.